Veréis, desde hace bastante tiempo, estoy "escribiendo" un libro. Y digo "escribiendo" porque escribo cuando tengo tiempo, o sea, nunca. Un día escribo y después, me paso un año sin volver a poner ni una letrita.
Bueno. Pues mi idea consiste en, cada dos semanas o así, colgar en este blog un capítulo. Puede que esto haga que preste más atención en el libro. Bueno, y para inaugurar esta nueva sección, aquí os dejo el primer capítulo.
CUANDO EL VIOLÍN DEJÓ DE SONAR:
Cuando el violín dejó de sonar, Julia cruzó la cortina. Lo primero que vio fueron muchísimos ojos.
Luego, oyó aplausos. Se empezó a marear. Intentó relajarse. Se agachó
suavemente, siguiendo las instrucciones de su profesora y los aplausos
aumentaron. Después de suspirar, se sentó en el taburete del piano. Entonces,
todo empezó a dar vueltas. Tocó un do sostenido y se cayó de la silla.
Viernes,
¿Dónde estaba?, ¿qué
había pasado? Intentó abrir los ojos. Vio un familiar techo blanco con una
pequeña lámpara de color lila. Al girar la cabeza a la derecha, vio su
escritorio y a la izquierda, sentada en una silla y dormida, estaba su madre.
Empezó a recordarlo todo. La audición,
la gente, los aplausos, el piano… otra vez el pánico escénico se salía con la
suya. Decidió despertar a su madre.
-Mamá. Mamá. ¡Mamá!
-ah… hola, Julia. ¿Qué tal?
-Bueno… ¿qué ha pasado?
-Pánico escénico. Otra vez. Mira que te dije que no pasaba
nada… ufff. En fin, ¿tienes hambre?
-SÍ.
-¿Qué quieres?
-No sé. ¿Qué hora es?
Clara miró su reloj.
-Las nueve y media.
-¡¿Las nueve y media?! ¿Ya?
-Sí, la audición era a las siete, y después de desmayarte te
llevamos a un hospital. Nos dijeron que estarías mejor en casa, y estás
durmiendo desde las ocho.
Julia recordó su cita con Manuel . Había quedado con él a las nueve y cuarto en el Centro Comercial. Tenía que llamarlo. Ya. Pero, entones, sonó
su teléfono. Alargó una mano para cogerlo del escritorio y leyó en él el nombre
de Manuel y una foto de un chico moreno, ojos verdes y una sonrisa abrumadora.
-Mm… Mamá, porfa, ¿podrías salir un momento?
Clara sonrió y salió de la habitación. Sabía que su hija
necesitaba intimidad para hablar con ese tal Manuel .
-¿hola?
-Hola, Julia. ¿Qué tal estás?
Parecía muy preocupado.
-Bien, bien. Otro de mis pánicos. Oye, siento no poder haber
ido...
-¡Tranquila! No pasa nada. Cuando te da un yuyu, normalmente
no puedes acudir a tus compromisos. – soltó una risa nerviosa, como si tuviese
miedo a ofenderla. Pero Julia no se
ofendió, ni mucho menos. De repente, le entraron ganas de reír. Muchas ganas.
No se pudo resistir y rió y rió. Primero, fue una risita nerviosa que se fue
agrandando hasta convertirse en una gran carcajada.
-¿Quieres quedar ahora?- Julia no se pudo resistir.
-¡Sí!... O sea, si tú estás bien.
-¡Sí! Solamente me tengo que vestir y ya estoy. ¿Dentro de
una hora en la Alameda?
-Perfecto. Bueno, Julia, hasta ahora.
-¡Hasta ahora!
Es la primera historia que escribo (exceptuando las redacciones que a menudo me mandan en el colegio) y sé que tengo muuuuuuuucho que mejorar. Agradecería muchísimo que,si por casualidad leéis el capítulo, comentarais diciéndome qué es lo que tengo que mejorar (sí, ya sé que solo son unos párrafos y que con eso no se puede juzgar muy bien...) : D Pero espero que hayáis disfrutado leyendo este mini-trozo.; )
¡Muchos besos!
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarAcabo de leer tu historia y me ha gustado mucho. Engancha y sigue el esquema de las novelas juveniles que tanto me gustan. Avísame para próximas entregas porque aquí tienes a una lectora.
ResponderEliminarUn saludo.
Muchísimas gracias!! En breve pondré otro capítulo : D
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